El estrés o tensión psicológica puede hacer que estemos más irritables, tengamos un comportamiento agresivo, nos falte la concentración, suframos de insomnio, o sintamos inseguridad, pérdida de autoestima y fatiga entre otros síntomas. Hay muchos detonantes que nos pueden hacer experimentarlo, algunos situacionales, como la muerte de una persona cercana, la separación de la pareja, dificultades económicas, el nacimiento de un hijo, la promoción en el trabajo, un cambio de residencia, etc. Otros pueden ser estresantes psicológicos, como la tensión asociada a situaciones percibidas como amenazantes, o la interpretación negativa de algunos hechos. El estrés puede cronificarse produciendo problemas psicológicos y físicos. La intervención psicológica pretende paliar los efectos del estrés en el individuo y enseñar estrategias para manejarlo y afrontar las situaciones de una forma más positiva.